Refuerza tu Autoestima: Confiar en ti mismo

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“La inacción genera dudas y miedo.
La acción genera confianza y coraje”.
Dale Carnegie

* Tiempo estimado de lectura 8 min

¿Tienes confianza en ti mismo?

  • ¿Pides perdón a menudo por cosas que no son importantes o sobre las que no tienes control?
  • ¿Tienes dificultades para negarte o decir que no cuando te sientes incómodo con lo que te está sucediendo?
  • ¿La timidez (evadir la mirada, sonrojarse, sudar) te impide comunicarte fácilmente con desconocidos o frente a la jerarquía?
  • ¿Dudas fácilmente de tus habilidades y a menudo te sientes inferior a los demás?
  • ¿Te resulta difícil asumir nuevos proyectos o seguir adelante con tus ideas?
  • ¿Tienes la sensación de estar encerrado o te sientes incapaz de seguir adelante…?

Tener dudas sobre sus propias capacidades ante una situación determinada le puede pasar a cualquiera. Sin embargo, la persistencia de estas dudas a lo largo del tiempo puede reflejar una falta de confianza en sí mismo.

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¿Qué es la confianza en sí mismo?

La confianza en sí mismo se puede definir como la convicción íntima de poseer los recursos dentro de uno mismo para lograr algo o enfrentar una situación dada: es creer en sí mismo, en sus cualidades y habilidades. La autoestima, que consiste en reconocer su propio valor, es, por lo tanto, un elemento importante para confiar en sí mismo.
Destacamos dos cosas importantes:

  • La confianza en sí mismo se define en referencia a un campo determinado. Uno puede tener confianza en sí mismo, por ejemplo, en el uso de la tecnología, y no tener confianza en sí mismo en las relaciones sociales.
  • Por otro lado, la confianza en sí mismo no es estática, es decir, uno siempre puede desarrollar las habilidades necesarias para realizar una tarea, aunque, anteriormente, no tuviera la confianza en poder lograrla.

Por lo tanto, la confianza en sí mismo está íntimamente ligada a la acción. Y de hecho la acción es un motor poderoso para desarrollar la confianza en sí mismo. Refuerza, en base a logros concretos, la percepción del propio valor y la autoeficacia. Por lo tanto, fortalece la autoestima y, permite a la vez creer en sí mismo para actuar…Y así, activa un círculo virtuoso que aumenta la confianza en sí mismo.

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El autosabotaje limita la confianza en sí mismo

Entonces, bastaría con actuar para fortalecer la confianza en uno mismo… Y, sin embargo, debes haber notado que a veces, incluso cuando quieres lograr algo, tus comportamientos te guían hacia un camino que te desvía de ello. Como si estuvieras avanzando con la mano en el freno…

Frente a sus objetivos (buscar un nuevo trabajo, desarrollar un proyecto, por ejemplo), muchas personas tienden a ponerse en una situación de fracaso, por comportamientos o acciones de las que no son conscientes. Esto se llama autosabotaje. Este es un mecanismo inconsciente que tu mente pone en marcha cuando quieres hacer algo que activa tus miedos. Nadie es inmune al autosabotaje. Por lo tanto, se trata sobre todo de aprender a reconocerlo y regularlo.

Hay muchas causas posibles para estos comportamientos de autosabotaje:

  • Miedo al fracaso,
  • El miedo al cambio, a salir de la zona de confort.
  • Miedo a no estar a la altura de las expectativas de otras personas.
  • Síndrome del impostor (sentimiento de no merecer el éxito, el amor, etc.).
  • El miedo a no ser perfecto, con expectativas excesivas.

Todos estos miedos reflejan auto juicios negativos, activados por creencias limitantes (no soy capaz, no soy digno, no estoy a la altura…). Aparecen automáticamente y toman el control sobre la persona y sus comportamientos, con consecuencias directas sobre sus posibilidades de acción y éxito.

Estas percepciones son un síntoma de heridas más profundas que pertenecen al pasado, a menudo a la infancia. Lo importante aquí es tomar conciencia de ellos y de sus consecuencias para recuperar el control de sus acciones, ponerse en marcha y así fortalecer su confianza en sí mismo.

Las principales estrategias de autosabotaje

Las principales estrategias de autosabotaje
Las estrategias de autosabotaje son numerosas… Veamos juntos algunas de ellas y pregúntate si te reconoces en algunas de ellas…

El perfeccionismo es una estrategia muy efectiva para nunca terminar lo que emprendes. Consiste en revisar y repasar, una y otra vez, lo que ya se ha hecho para alcanzar un nivel de perfección cada vez más alto y, en última instancia, inalcanzable. ¿Eres capaz de completar una tarea y pasar a la siguiente incluso si el resultado no es perfecto?
La dramatización es otra forma de perfeccionismo que consiste en sobreestimar las dificultades de una tarea para justificar su inacción por el hecho de que no tendremos éxito. De hecho, es una estrategia muy efectiva para desanimarse y darse por vencido, a veces incluso antes de haber empezado. ¿Conoces esta estrategia?

La trampa de las excusas: son todas esas excusas que nos damos a nosotros mismos o a los demás, para justificar el no actuar… Una avería del transporte, una compra urgente, una situación inesperada que altera tu horario, etc.
¿Te suena familiar?

La trampa de la falta de tiempo es este comportamiento que consiste en no encontrar tiempo para hacer lo que va en la dirección de sus objetivos, y, por otro lado, encontrar tiempo para hacer otras cosas. ¿Conoces esta trampa?

La procrastinación: el famoso «posponer lo que se podría hacer hoy». ¿Quién no ha tenido esta tentación de posponer para mañana el momento de comenzar una tarea que nos parece difícil? Esto puede suceder, por supuesto, la pregunta surge cuando este comportamiento se repite una y otra vez … ¿Es éste tu caso?

La pasividad o apatía, que consiste en preferir la inacción para no correr riesgos (¿de tener éxito? ¿de fallar?). El tiempo pasa y no haces nada… O en el mejor de los casos, te quedas atrapado en las redes sociales. Y cuanto más pasivo eres, menos te sientes capaz de actuar. ¿Te resulta familiar este comportamiento?

La agitación o dispersión: es gastar la energía haciendo muchas cosas, pero sin relación con el objetivo de uno, y por lo tanto ya no encontrar tiempo para lo que es realmente importante. Es una forma efectiva de no sentir los miedos, sensaciones, emociones que se activan frente a sus objetivos. ¿Estás, también, en la dispersión?

La intelectualización es otra trampa: en este caso nos quedamos en teoría, en conceptos, lo que da la ilusión de avanzar, pero evita actuar. La conceptualización de un proyecto que nunca termina, la búsqueda de documentación para la preparación de una comunicación que ocupa todo tu tiempo… ¿Alguna vez te has dejado atrapar por esta trampa?

No se puede hacer nada desde la falta de consciencia de sus comportamientos limitantes… Entonces el primer paso para salir de estas estrategias es, desde luego, tomar conciencia de ellas.

¿Cómo recuperar tu confianza en ti mismo?

¿Cómo recuperar tu confianza en ti mismo?
El autosabotaje no es inevitable. El primer paso para romper con estos comportamientos es salir de la victimización: «Soy realmente desafortunado», «No soy bueno», «qué hice para merecer esto». No es una cuestión de mala suerte o falta de habilidades. Puedes, si lo deseas, cuestionar estos comportamientos y cambiarlos.

Observa y desafía tus comportamientos
Primero, obsérvate: ¿A dónde te llevan estas estrategias y qué consigues con ellas? ¿Cómo te juzgas a ti mismo con lo que consigues? ¿Qué impacto tiene en tu confianza en ti mismo? Entonces pregúntate: ¿Es justo para ti que te comportes de esta manera? ¿Quieres seguir haciéndolo?

Identifica tus creencias
Para cambiar tu comportamiento, es necesario preguntarte sobre las creencias y miedos que los activan: ¿Qué te impide tener éxito? ¿Qué puedo ganar o perder si alcanzo mi meta? ¿Es justo para mí creer lo que creo? Una creencia es una idea que hemos aceptado como cierta en algún momento de nuestra vida y que se mantiene en el tiempo mientras las circunstancias que la hicieron realidad a nuestros ojos han desaparecido… Aclarar tus miedos y creencias te permite comenzar a desafiarlos y buscar alternativas.

Sal de tu zona de confort y actúa
La «zona de confort» es ese espacio en el que nos movemos en territorio familiar, repitiendo rutinas tranquilizadoras. Nos permite preservar nuestra seguridad (o la percepción que tenemos de ella) y limitar los riesgos de lo desconocido. Salir de su zona de confort significa desafiar sus hábitos, dar la cara a sus miedos y asumir la responsabilidad de sus acciones. El miedo al fracaso puede ser un mecanismo poderoso para resistirse el cambio. Sin embargo, equivocarse y cometer errores es parte del aprendizaje.

Atrévete a creer en ti mismo

«Siempre podemos hacer más de lo que creemos que podemos.»
Joseph Kessel
Así que, como nos dice Joseph Kessel, atrévete a creer en ti mismo…
Recuperar la confianza en sí mismo requiere un trabajo constante para cambiar los comportamientos de autosabotaje que limitan el desarrollo de tus proyectos.
Así que recuerda: cuantas más cosas logres de las que estés orgulloso, más confianza tendrás. Y cuanto más confianza obtengas, más fortalecerás tu autoestima…

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“Ser pasivo es dejar que otros decidan por ti.
Ser agresivo es decidir por los demás.
Ser asertivo es decidir por ti mismo”.
Edith Eva Eger

* Tiempo estimado de lectura 8 min

¿SOY UNA PERSONA ASERTIVA?

Observamos si te reconoces en las siguientes situaciones…

  • Dejas que otros decidan por ti para no crear conflictos.
  • No expresas tu opinión por temor a estar en desacuerdo y ser mal juzgado.
  • No tomas la iniciativa, incluso en situaciones que se refieren a ti.
  • Pones a los demás primero, anticipando sus necesidades y deseos, mientras dejas de lado los tuyos.
  • Te sientes incapaz y dependiente de los demás para seguir adelante.

La autoestima, como hemos visto en otro artículo, refleja la relación que uno tiene consigo mismo. La asertividad implica cómo nos relacionamos con los demás. En particular, refleja nuestra capacidad de mostrarnos tal como somos en la relación con los demás. La dificultad aparece cuando uno tiene una baja autoestima y, por lo tanto, una baja percepción de su valor personal.

¿QUÉ ES LA ASERTIVIDAD?

La asertividad, o actitud afirmativa, significa saber cómo expresar claramente su opinión, sentimientos y necesidades. Se basa en el reconocimiento y la aceptación de su propio valor y en el sentimiento de ser un individuo tan valioso como todos los demás. Esto permite expresar sus propias emociones, pensamientos y opiniones directa y honestamente, y defender sus propios derechos, respetando los de los demás.

asertividad
Por lo tanto, ser asertivo es tomar el control de su propia vida.
Todos tenemos necesidades y derechos, y respetarlos comienza con uno mismo.
No expresar claramente lo que sentimos o lo que pensamos, activa en nosotros un malestar, que refleja una mezcla de culpa, frustración, ira. En última instancia, una sensación de falta de control sobre la propia vida.
Por el contrario, tener una actitud afirmativa es demostrar que reconocemos y respetamos nuestros talentos, sentimientos y necesidades propias. En definitiva, permite tener el control sobre la propia vida.

Ser asertivo también es hacer valer los propios derechos
Al ser asertivo, reconocemos nuestra legitimidad para hacer valer nuestros derechos: a tener una opinión y expresarla, a sentir emociones y expresarlas, a tomar sus propias decisiones y asumir sus consecuencias, a decir «no», a decir «no sé”, a cambiar de opinión, etc. Ser asertivo no significa «decir no» al otro, sino «decir sí» a uno mismo.

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¿PASIVO, AGRESIVO O ASERTIVO?

Los psicólogos Wolpe y Lazarus, pioneros en terapias comportamentales, nos proponen diferenciar 3 tipos de posición en las interacciones con los demás, según la capacidad de respeto y decidir por sí mismo.
El tipo pasivo (o sumiso), que refleja una falta de respeto propio que se manifiesta por una dificultad para decidir por sí mismo
El tipo agresivo, que se manifiesta por una falta de respeto por el otro que se observa a través de la tendencia a decidir por los demás.
El tipo afirmativo o asertivo, que refleja el respeto propio y el respeto por los demás, es decir, decidir por uno mismo.

El tipo pasivo
La persona pasiva se comporta con los demás guiándose por sus miedos: miedo a ser rechazado, desaprobado o lastimar a los demás. Básicamente:

  • No expresa sus necesidades, sus opiniones, sus emociones.
  • Evita el conflicto.
  • No toma iniciativas.

Al tener una autoestima baja, la persona de tipo pasivo espera a que el otro le confirme su valor y lugar en la vida. De una cierta forma, valora como más seguro el callarse que arriesgarse a una respuesta negativa del otro…

A menudo siente que sus necesidades no están siendo satisfechas o que los que la rodean se están aprovechando de ella. Siente frustración, insatisfacción, culpa y desarrolla una sensación de impotencia que puede conducir a la depresión, el insomnio, incluso generar problemas de salud.

El tipo agresivo
La persona de tipo agresivo también se comporta con los demás desde el miedo. En este caso, el miedo a no ser reconocido activa la necesidad de reclamar el lugar que considera que le corresponde. Al hacerlo:
Está centrada en sí misma e insensible a las ideas, sentimientos y necesidades de los demás.

Satisface primero sus necesidades, a veces en detrimento de otros.

Interactúa de una manera conflictiva, violenta o irrespetuosa.

Una persona de tipo agresivo siente mucho estrés, culpa e incomodidad. De hecho, la satisfacción obtenida por la imposición a corto plazo de la propia necesidad a menudo genera problemas relacionales (conflictos repetidos, rupturas de relaciones, aislamiento, daño a la autoestima).

El tipo asertivo
La persona de tipo asertivo interactúa con el otro desde la conciencia y el reconocimiento de su propio valor. En este sentido, no actúa ni por miedo al rechazo del otro, ni en la necesidad de imponerse. Por lo tanto:

  • Conoce sus necesidades y deseos.
  • Sabe cómo expresar sus sentimientos claramente con respeto hacía los demás.
  • Es auténtica, abierta, directa, flexible.
  • Es capaz de comprometerse.

Una persona afirmativa demuestra una buena autoestima que le permite asumir la plena responsabilidad de satisfacer sus necesidades con respeto hacía los demás. Por lo tanto, tiene relaciones satisfactorias que a su vez fortalecen su autoestima.

Afirmarse a sí mismo no significa faltarle el respeto al otro, sino coger su sitio mientras deja que el otro coja el suyo.

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¿CÓMO DESARROLLAR SU ASERTIVIDAD?

¿Por qué a veces es tan difícil mostrarnos tal como somos, afirmarnos? El ser humano tiene dos necesidades básicas contradictorias: la necesidad de aprobación y la necesidad de afirmación. Pero afirmarse es atreverse a pedir y asumir la posibilidad de una negativa. Requiere superar sus miedos, a molestar, a llamar la atención, a expresarse mal, a crear un conflicto, a lastimar al otro, a ser rechazado.
Entonces, ¿cómo desarrollar su asertividad?
Solo se tu mismo
Entrénate a diario
¿Cómo hacerlo? La necesidad de afirmación es omnipresente en las relaciones y nos enfrenta a una multitud de situaciones cotidianas que son invitaciones a practicar el desarrollo de una actitud asertiva. Estos son algunos ejemplos:

  • Atréverte a pedir cuando lo necesitas (aceptando que el otro pueda negarse y superando el miedo a demostrar que no estás, tu sólo, a la altura de la tarea).
  • Rechazar solicitudes y saber decir No (respetando tus necesidades y aceptando disgustar al otro).
  • Expresar tus sentimientos (ser sincero y auténtico).
  • Aceptar cumplidos o expresiones de afecto (y aceptar merecerlos).
  • Criticar o expresar tu enfado o ira cuando sea necesario (expresar sentimientos y asumir el riesgo de conflicto).
  • Lidiar con las críticas o el enfado de los demás (comprender y asumir la responsabilidad de cada uno en la situación).
  • Terminar la discusión cuando la conversación esté bloqueada (dejar de tener razón y saber cómo salir de una situación que se atasca).

Desafía tus miedos
Observarás a través de esta invitación a practicar una actitud asertiva, que lo principal es desafiarte a ti mismo para superar tus miedos. Un miedo es una proyección inconsciente de lo que podría suceder en el futuro, que sientes y vives como si fuera real. Al hacerlo, comienzas a sufrir en el presente por algo que aún no ha sucedido y a menudo, te desanimas… Por lo tanto, no importa lo que activa tus miedos, lo importante es ser consciente de ellos, atreverte a enfrentarlos y ¡actuar!

Sé tú mismo
«Ser asertivo no significa hablar alto y claro, sino hablar franco y verdadero», dice el escritor Serge Tracy. La asertividad consiste, por tanto, en una actitud que nos permite ser autónomos: una persona que se afirma habla de sí misma, de sus sentimientos, de sus necesidades y de sus derechos.
Es una actitud que se desarrolla en contacto con los demás y se aprende a lo largo de la vida. Una persona que se afirma cree en su valor y sus ideas. Al mismo tiempo, la asertividad fortalece la autoestima.

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Reforzar la autoestima: Aprender a valorarse

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“Conocerse a sí mismo es el principio de toda sabiduría”.
Aristóteles

CONOCERSE A SÍ MISMO ¿PARA QUÉ?

Si te sorprende esta pregunta, pregúntate si has observado en tu vida comportamientos tuyos que siempre repites, y que te impiden avanzar en la dirección elegida… Unos pensarán que es su forma de ser… Otros, sin embargo, pueden cuestionar sus aprendizajes y condicionamientos, en busca de alternativas más exitosas… Conocerse a sí mismo consiste en explorar, identificar y cuestionar sus “patrones” limitantes para experimentar en conciencia formas distintas de actuar. Conocerse a sí mismo es el punto de partida para reforzar las distintas facetas de una buena autoestima.

¿QUÉ ES LA AUTOESTIMA?

La autoestima abarca tres dimensiones fundamentales, que se enlazan entre sí:

  1. La relación que mantenemos con uno mismo, a través del valor que nos reconocemos. Esto se llama valorarse.
  2. La relación que tenemos con los demás, a través del lugar que creemos merecer junto a ellos. Hablamos aquí de afirmarse.
  3. La relación que tenemos con la acción, a través de la forma en que nos vemos capaces de actuar y tener éxito en lo que emprendemos. Esto se llama confiar en sí mismo.

En este artículo, nos vamos a enfocar en cómo reconocer su valor personal y aprender a valorarse a sí mismo.

¿TIENES UNA BAJA AUTOESTIMA?

Empezamos a indagar con algunas preguntas…

  • ¿Te duelen las críticas de los demás?
  • ¿Intentas hacer a los demás responsables de tus errores?
  • ¿Te asustan las experiencias nuevas?
  • ¿Hablas a los demás de tus éxitos personales?
  • ¿Siempre encuentras excusas para no cambiar?
  • ¿Tiendes a ocultar lo que sientes?
  • ¿Te tranquiliza cuando los demás fracasan?

Todas las respuestas que se activan en ti, reflejan la percepción que tienes de ti mismo. Y esta percepción condiciona tu autoestima…

VALORASE A SÍ MISMO ES LA BASE DE UNA BUENA AUTOESTIMA

El verbo estimar proviene del latín aestimare, que significa evaluar, en el doble sentido de «determinar el valor de» y «dar su opinión sobre». El psicólogo Christophe André lo resume con esta definición de un adolescente: «¿la autoestima? Pues, es como nos vemos a nosotros mismos, y si lo que vemos nos gusta o no». Por lo tanto, la autoestima es tanto la forma en que nos vemos, como el juicio que tenemos sobre esta percepción.

La pregunta clave aquí es cómo se forma esta «mirada/juicio» que condiciona nuestra autoestima.
Todos tenemos una imagen, buena o mala, de sí mismo. Es algo construido desde la infancia, a través de cómo nos ven los demás y lo que nos dicen al respecto. Esta mirada externa nos sirve como un espejo sobre uno mismo.

También tenemos una imagen ideal de lo que nos gustaría ser y de cómo nos gustaría que la gente nos viera para responder a sus expectativas y ser aceptado y amado…. Esto también se construye a través de lo que percibimos de las expectativas de los demás.

Una buena autoestima refleja un equilibrio entre lo que creemos que somos y el valor que le damos respecto a lo que pensamos que deberíamos ser. Sin embargo, si lo que vemos de nosotros no nos parece conforme con lo que creemos que deberíamos ser, entonces nuestro juicio negativo afecta nuestra autoestima.

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AUTOESTIMA Y AUTOPERCEPCIÓN

Hablamos desde el principio de este artículo de percepción… La percepción es la interpretación de las informaciones sensoriales que recibe el cerebro en las distintas circunstancias de nuestra vida para ayudarnos a manejarlas. Y esta interpretación se realiza a través de todos nuestros aprendizajes de vida que le dan sentido. Son lo que se llama los filtros cognitivos.

Autoestima y autopercepcion
En el caso de la autoestima, las percepciones de “quiénes somos» y de «quienes deberíamos ser» actúan como filtros que definen nuestra autopercepción. Según el caso, es positiva (me veo capaz, trabajador, inteligente, legítimo, abierto, etc.) y nos empuja. También puede ser negativa (me veo incapaz, poco constante, impostor, agresivo, tímido, etc.) y, al revés, nos desanima.

Sin embargo, basándose en percepciones, lo que creemos que somos no es necesariamente lo que realmente somos

Puede ser que, sin ser consciente de ello, hayamos asumido como cierto lo que nos han contado sobre lo que somos y lo que deberíamos ser. Sin embargo, tenemos la libertad, cuando nuestra autopercepción afecta nuestra autoestima, de empezar a cuestionar lo que siempre hemos creído sobre uno mismo.

Nuestra autopercepción reduce lo que vemos de nosotros a lo que creemos, es decir, nos impide tener una visión global de quiénes somos realmente.
Entonces, si mi autopercepción no es la realidad, ¿quién soy yo…? ¿Y cuál es mi verdadero valor?

¿CÓMO RECONOCER MI VALOR PERSONAL?

“No soy lo que me está pasando. Soy lo que decido ser”.
Carl Gustav Yung
valor personal

Tu historia no te define. Tienes el poder, como nos dice Carl Gustav Yung, de elegir lo que quieres hacer con lo que has vivido y convertirte en quien quieres ser.
Por lo tanto, desarrollar una buena autoestima es sobre todo una elección personal basada en la conciencia previa de tus propias percepciones limitantes.

¿Estás listo para explorar, más allá de lo que crees?
¿Quién eres realmente?
¿Estás listo para cuestionar tus certezas sobre quién eres y cambiarlas?
¿Estás listo para aceptarte tal como eres y reconocer tu verdadero valor y valorar tu potencial?

Reforzar su autoestima es un trabajo personal que requiere su tiempo. Te propongo 5 pasos para empezar a ampliar tu autopercepción y aprender a valorarte.

1. Ser consciente de tu autopercepción y empezar a cuestionarla

Tu autoestima depende de cómo te valoras a ti mismo, es decir de cómo te ves respecto a cómo te gustaría ser.

Tómate el tiempo para definir concretamente quién crees que eres, con tus defectos y cualidades. También define quién te gustaría ser respecto a quién crees que eres.

Y pregúntate si de verdad eres esta persona que describes…

2. Reconocerte tal como eres, con tus defectos y cualidades

Puede ser que tu mente te haya acostumbrado a enfocarse más en tus defectos que en tus cualidades. Te propongo hacer una lista de todos tus éxitos en la vida, sean personales o profesionales, sea cual sea su importancia.

Y observa cuáles son las cualidades tuyas que te han permitido alcanzar estos éxitos. Si te ayuda, puedes imaginar lo que dirías a otra persona respecto a sus cualidades en las mismas circunstancias.

3. Aceptar y celebrar tu valor personal

Lo más desafiante, cuando uno tiene una autoestima baja, es reconocer y aceptar sus cualidades. A menudo, estas cualidades aparecen como algo normal, sin valor particular. Y siempre se valora más lo que falta en comparación con lo que se ha conseguido. Es la historia del vaso medio lleno o medio vacío…

Un buen criterio para reconocer si te cuesta valorarte es observar cómo recibes los cumplidos… Puedes, para empezar, preguntar a tus cercanos cuales son tus cualidades. Y obsérvate cuando recibes sus respuestas.

4. Ser amable contigo mismo y alejar la autocrítica constante respecto a lo que haces y cómo lo haces

¿Conoces esta voz interna que siempre se activa para comentarte de forma negativa todo lo que haces o dices en tu vida? Todo mal, todo insuficiente, todo menos que los demás… Esta autocrítica constante tiene un impacto devastador en la autoestima…

Ser amable consigo mismo consiste en ser consciente de esta crítica y relativizar este discurso, ampliar la mirada para tomar en cuenta aspectos más positivos de la situación, valorar los esfuerzos más que los resultados inmediatos, y animarse para seguir adelante.

5. Definir quién quieres ser (tu mejor versión de ti mismo)

Al final de esta reflexión, puedes retomar tu descripción inicial de quién eres y completarla con una mirada más amplia y un juicio más positivo sobre ti.

Un ejercicio muy interesante para reforzar tu autoestima en esta fase es redactar tu declaración personal de quién eres y de quién quieres ser.

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